Séptima película del director hongkonés Wong Kar-Wai. En esta ocasión, nos retrató un relato de amor, un tanto distinto a lo que estamos acostumbrados, escondidos tras las cortinas de hoteles y lleno de colores vivos que se nos comen como si fuesen la representación de ese mismo amor.

En un inicio vemos como Chow Mo-Wan, redactor jefe de un periódico, se muda con su esposa a unos pequeños apartamentos de la ciudad. En esos apartamentos, conocemos a Su Lizhen, mujer que al igual que ellos, vive en esos apartamentos con su marido. Al poco tiempo, Chow y Su se sumergirán un tanto reacios en su propia historia juntos, tras descubrir que sus respectivas parejas mantienen una relación a sus espaldas.

La forma de narrar estos encuentros y la relación que se establece con los personajes, es totalmente impresionante. El dialogo no se apodera de la película, sino la propia imagen. Las miradas entre ellos y los movimientos que los cruzan son los que realmente nos hacen ver qué es lo que está ocurriendo. Y no tan solo nos lo hace entender sino también sentir de una forma muy intensa.

La estética de todo el film, acompaña perfectamente esa intensidad, con encuadres que nos atrapan a los personajes entre cuadros, dentro de un espejo o simplemente en el marco de una puerta, como si de ahí no pudiesen salir. Pero no olvidemos los colores, que siempre están ahí, intensificandolo todo, y la música, que siempre nos acompaña de una forma más intensa, en la que el sonido desaparece para nosotros poder imaginar que hay detrás de esa música de amor: Qué respiración acompaña al personaje o si sus pasos son firmes o más bien inseguros.

PD: Si la veis y os gusta, tenéis que ver el archivo de foto fija de rodaje, es tan impresionante como la propia película